martes, 15 de septiembre de 2009

Ciencias Sociales y Educacion Artistica

Pintura de Argentina

Con el nombre de pintura de Argentina se refiere a toda la producción pictórica realizada en territorio de la Argentina durante todos los siglos.

Prehistoria

Cueva de las Manos, río Pinturas, Santa Cruz, 7300 a. C. El arte más antiguo de Sudamérica.

En Argentina, se encuentra la Cueva de las Manos, una de las obras maestras de la pintura en el Paleolítico en el Río Pinturas, en la Provincia de Santa Cruz. Han sido declaradas por la Unesco como parte del Patrimonio de la Humanidad.

Otro importante registro pictórico de la prehistoria, se localiza en el norte de Córdoba y constituye uno de los testimonios pictográficos con mayor densidad de imágenes del mundo, con más de 35.000 pictografías ubicadas en los cerros Colorado, Veladero, Intihuasi y el Desmonte.

Pintura precolombina

"Guerrero felino", Cultura La Aguada (650-950)

Diversos registros pictóricos se registran entre las culturas prehispánicas que habitaron en el actual territorio argentino.

En el noroeste andino, las civilizaciones agroalfareras que allí se desarrollaron, desde la Cultura Condorhuasi (400 a. C.-700 d. C.) hasta la de La Aguada (650-950) y Santa María (1200-1470), presentan un amplio desarrollo de la pintura en cerámicas y piezas de piedra, entre las que se destacó la imagen felina.

Pintura durante la colonia [editar]

"Bajando miel" (1749-1767), Florián Paucke.

Durante la dominación colonial española, la pintura se desarrolló principalmente como arte religioso en las iglesias, destinado a cristianizar a los pueblos indígenas. La pintura religiosa colonial, fue muchas veces realizada por indígenas encomendados o reducidos y esclavos afroamericanos, bajo el poder de las órdenes religiosas.

Otra fuente de la pintura colonial son los libros y manuscritos realizados por colonizadores, sacerdotes, científicos y visitantes. Entre estos se destacan los dibujos y acuarelas del jesuita alemán Florián Paucke (1719-1789).

En el actual noroeste argentino y sobre todo en Jujuy, se desarrolló en la iglesias, la escuela cuzqueña, con sus imágenes de ángeles arcabuceros (relacionados con los conquistadores) y vírgenes triangulares (sincretismo del culto a la virgen María y la Pachamama).[1]

Los ángeles arcabuceros integran un estilo pictórico estrictamente americano que se desarrolló en el Marquesado de Yavi en la puna de Jujuy, por entonces perteneciente a la provincia del Tucumán, siendo su maestro Mateo Pisarro. Se trata de ángeles asexuados se encuentran vestidos con ropas de soldado y armado de un arcabuz. Hoy solo hay dos colecciones: en Uquía (escuela cuzqueña) y en Casabindo (maestro de CTC).

Siglo XIX [editar]

En los primeros años del siglo XIX, ya en tiempos de la independencia y de la apertura del país, varios artistas extranjeros visitaron y residieron, y dejaron sus obras. Entre ellos el marino inglés Emeric Essex Vidal (1791-1861), un acuarelista que ha dejado importantes testimonios gráficos del pasado argentino; Carlos E. Pellegrini (1800-1875), ingeniero francés que se dedicó a la pintura por necesidad y que sería padre del presidente Carlos Pellegrini; el marino Adolfo D'Hastrel (1805-1875), que publicó sus dibujos y acuarelas en el libro Colección de vistas y costumbres del Río de la Plata (1875); el litógrafo César Hipólito Bacle (1790-1838); entre otros.

En la tercera década aparece Carlos Morel (1813-1894) quien ha sido considerado el primer pintor estrictamente argentino. Poco después le siguen Prilidiano Pueyrredón (1823-1870) y Cándido López (1840-1902), registraron en la pintura la vida de los gauchos y las guerras de la Argentina pre moderna.

Desde mediados del siglo XIX se comenzaron a organizar las primeras instituciones artísticas del país: fundamentalmente la Sociedad Estímulo de Bellas Artes y el Museo Nacional de Bellas Artes, cuyo primer director fue el pintor Eduardo Schiaffino. La gran ola de inmigración europea (1870-1930), estableció una fuerte relación con la pintura europea, a través prncipalmente de pintores italianos o hijos de italianos. Eduardo Sívori (1847-1918), introdujo el naturalismo, con obras clásicas como "El despertar de la criada", seguido por pintores como Reynaldo Giudici (1853-1927) y Ernesto de la Cárcova (1866-1927), éste último destacado con "Sin pan y sin trabajo". Angel Della Valle (1852-1903), desarrolló una corriente de pintura costumbrista del campo, con obras como "La vuelta del malón".

Galería del siglo XIX [editar]

Galería de cuadros del siglo XIX

Siglo XX [editar]

"La mazamorra", Fernando Fader

Al comenzar el siglo XX, Martín Malharro (1865-1911) introduce el impresionismo con una exposición realizada en 1902. Lo siguieron pintores como Faustino Brughetti (1877-1956), Walter de Navazio (1887-1919) y Ramón Silva (1890-1919).

Poco después, Fernando Fader (1882-1935) y los artistas del grupo Nexus, comenzaron a presionar por el desarrollo de corrientes artísticas que, sin ignorar ni desconocer la pintura de moda en París, fueran capaces de expresar visiones autónomas de la pintura.

Primera vanguardia [editar]

Antonio Berni (1905-1981), uno de los pintores más destacados de la historia argentina. De su pintura salieron personajes como Juanito Laguna y Ramona Montiel, así como la serie de Los Monstruos y La Masacre de los Inocentes.

Los primeros grandes movimientos pictóricos en la Argentina, con características propias de una pintura latinoamericana que comenzaba a desarrollarse en todo el continente, coinciden con las primeras manifestaciones de libertad política en el país, con la sanción del voto secreto y universal para varones en 1912 y la llegada al gobierno del primer presidente elegido por voto popular, Hipólito Yrigoyen en 1916 y la revolución cultural que implicó la Reforma Universitaria de 1918.

En ese contexto, registrando más o menos influencia de la Escuela de París (Modigliani, Chagall, Soutine, Klee), se desarrollan tres grandes grupos:

Benito Quinquela Martín (1890-1977), del Grupo de La Boca. Expresó una corriente que pintó un barrio.
Raúl Soldi (1905-1994), exponente de la pintura sensible. El techo del Teatro Colón es obra suya.


Segunda vanguardia [editar]

La segunda vanguardia, u ola de innovaciones en la pintura argentina desarrolladas de la década del 30, en la que muchos de los pintores de la primera vanguardia evolucionan y cambian de ubicación artística. Entre los principales agrupamientos pictóricos se encuentran:


Escuela de Muralistas Tucumanos

A partir de 1946 se produce un giro en la política académica de las escuelas de Bellas Artes de Argentina, al son de los apartamientos políticos de maestros argentinos expulsados de otras escuelas de bellas artes como Mendoza o Buenos Aires. En 1948 se organizó el Taller de Pintura del Instituto Superior de Artes de la Universidad Nacional de Tucumán bajo la conducción de Lino Enés Spilimbergo y la dirección de Guido Parpagnoli, donde se formó un polo de la plástica argentina de gran interés con los más destacados artistas: la Escuela de Muralistas Tucumanos, inspirada en las enseñanzas de Lothe y los principios armónicos de Matyla Ghyka. Al proyecto del Instituto Superior de Artes se sumaron en distintas disciplinas: Lorenzo Domínguez para la sección de escultura, Víctor Rebuffo en grabado y Pedro Zurro de la Fuente en matalistería. Ramón Gómez Cornet y los dibujantes Lajos Szalay y Aurelio Salas participaron también de este emprendimiento junto a Carlos Alonso, Juan Carlos de la Motta, Eduardo Audivert, Leonor Vassena, Alfredo Portillos, Medardo Pantoja, Luis Lobo de la Vega, Mercedes Romero, Nieto Palacios y otros.

Los pintores "modernos" [editar]

Los llamados "pintores modernos" de Argentina, es un grupo difícil de encasillar, que desarrollar un estilo constructivista no figurativo, pero sin ser realmente abstractos. En este grupo se encuentran artistas como Julio Barragán, Luis Seoane, Carlos Torrallardona, Luis Aquino, Atilio Malinverno y Alfredo Gramajo Gutiérrez.

Arte abstracto [editar]

La pintura abstracta en la Argentina, tuvo como precursor a Juan Del Prete (luego creador del futucubismo), pero comienza a desarrollarse como escuela en la década del 40, a partir del arte concreto. Entre los artistas más destacados se encuentran Tomás Maldonado.

El Movimiento Madí [editar]

Artículo principal: Movimiento Madí

En 1946, derivado del arte abstracto, apareció en Buenos Aires el Movimiento Madi, «único movimiento cultural de repercusión internacional creado desde Buenos Aires».[2] Fundado por Gyula Kosice y Arden Quin, incluyó a artistas como Rhod Rothfuss, Martín Blaszko, Waldo Longo, Diyi Laañ.

Tendencias recientes [editar]

1965: Marta Minujín y su "arte efímero". Tranformar el obelisco en un helado para que la gente lo consuma. En el marco de las experiencias culturales del Instituto Di Tella, dirigido por Jorge Romero Brest.

En las tendencias más recientes de la pintura argentina se encuentran la Nueva Figuración, el Pop Art, el Nuevo Surrealismo, el Hiperrealismo, el Arte de Sistemas, la Nueva Abstracción, el Cinetismo y el Arte Efímero.

La Nueva Figuración, reunió en la década del 60, varios artistas que adoptaron el nombre de "Otra Figuración", que recuperan la figura humana, pero con el fin de darle formas libres, muchas veces monstruosas y cadavéricas. Los artistas más destacados de esta corriente son Jorge de la Vega, Rómulo Macció, Luis Felipe Noé, Antonio Seguí, Miguel Á. Dávila, Juan Carlos Distéfano.

El Neosurrealismo argentino, reúne pintores como Guillermo Roux y Roberto Aizenberg, que encuentran en los mecanismos surrealistas, una posibilidad de expresar la angustia humana, en tiempos de alta conflictividad social y política.

El Grupo Espartaco, integrado por Ricardo Carpani, Juan Manuel Sánchez y Mario Mollari, entre otros, vinculó la pintura al compromiso activo con las luchas sociales y en especial los sindicatos, desarrollando líneas estéticas insertas en las tradiciones latinoamericanas.

León Ferrari en 2007, uno de los cinco pintores vivos más importantes del mundo.[3]

A partir de la noción de "sistema", derivada de la ciencia cibernética, desde comienzos de la década del 70, varios artistas y especialistas en Comunicación, desarrollaron una corriente denominada Arte de Sistema, expresándose de maneras diversas bajo denominaciones como "arte conceptual", "arte ecológico de la tierra", "arte pobre", "arte de proposiciones" y "arte cibernético". Algunos de los artistas argentinos de esta corriente son Luis Fernando Benedit, Nicolás Dermisache y Lea Lublin.

Derivado del movimiento Happenning, Marta Minujín ha desarrollado una corriente llamada "Arte efímero".

En las últimas décadas se ha destacado la pintura de León Ferrari, quien recibiera el León de Oro en la Bienal de Venecia 2007 y es considerado uno de los cinco pintores vivos más importantes del mundo.[4]

Galería moderna [editar]

Galería de pinturas del siglo XX

Simbolos Patrios



La Bandera Nacional
Bandera Nacional Fue creada por el General Manuel Belgrano el 27 de febrero de 1812 y adoptada como tal por ley el 25 de julio de 1816.

La Bandera Argentina es el reflejo del cielo patrio, tal como lo contemplamos en los días serenos: un color de cielo celeste sin nubes, con el sol de la libertad brillando en medio de ella.

Conozca más accediendo al sitio web del Instituto Nacional Belgraniano.

La Escarapela
Escarapela Entre muchas versiones, una afirma que los colores blanco y celeste fueron adoptados por primera vez durante las invasiones inglesas (1806–1807) por los Patricios, el primer cuerpo de milicia urbana del Río de la Plata y que luego empezaron a popularizarse entre los nativos. Se dice también que la escarapela argentina fue utilizada por primera vez por un grupo de damas de Buenos Aires al presentarse a una entrevista con el entonces coronel Cornelio de Saavedra, jefe del regimiento de Patricios, el 19 de mayo de 1810.
Obtenga más información consultando las Efemérides culturales del Ministerio de Educación.

El Himno Nacional Argentino
Aprobado por la Asamblea el 11 de mayo de 1813, fue compuesto por Vicente López y Planes y su música pertenece a Blas Parera. Fue interpretado por primera vez en la casa de Mariquita Sánchez de Thompson.

En 1900, durante la Presidencia de Julio Argentino Roca se sanciona un Decreto disponiendo que en las fiestas oficiales, colegios y escuelas sólo se cantarán la primera y última cuarteta y el coro; con la intención de mantener la armonía en la convivencia con los españoles residentes en el país y con España.

Si desea conocer más sobre el himno nacional, consulte las Efemérides culturales del Ministerio de Educación.
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El Escudo Nacional
Escudo Nacional Tiene su origen en el sello usado por la Soberana Asamblea General Constituyente de 1813. Pero no se conoce decreto ni resolución de la misma imponiendo su adopción.

Se considera que los antebrazos humanos que estrechan sus diestras en el cuadro inferior representan la unión de los pueblos de las Provincias Unidas del Río de la Plata. El gorro de gules –comúnmente denominado frigio– es un antiguo símbolo de libertad y la pica (lanza corta) evidencia el propósito de sostenerla, de ser necesario, con las armas. El sol, en su posición de naciente, anuncia al mundo la aparición de una nueva Nación. Los laureles son símbolos heráldicos de victoria y triunfo y evidencian las glorias ya adquiridas en Suipacha y en Tucumán. La cinta en forma de moño con los colores azul, plata (blanco) y azul, similares a los de los dos cuarteles de la elipse, es alusiva a la nacionalidad argentina.

Tradiciones

FESTEJOS

Gauchos tucumanos. Detalle del grabado de NasiA lo largo del año en la provincia de Tucumán se realizan distintas festividades, vinculadas a tradiciones de la región que sobrevivieron al tiempo y que continúan dejando su huella de generación en generación.

Así, por ejemplo, en el mes de enero se celebra la Fiesta del Quesillo, en San Pedro de Colalao; allí también tienen lugar en febrero y marzo, la Fiesta de la Humita y la Fiesta de la Nuez, respectivamente. En La Ramada de Abajo, en junio, la comunidad española organiza la Fiesta de la Paella.

En épocas de Carnaval los Valles Calchaquíes hacen gala del eco permanente del joi-joi, acompañado de una melodía de tres notas que se repiten. En Tafí del Valle se celebra la Fiesta del Queso; en Amaicha la de la Pachamama; en Colalao la Fiesta del Antigal, allí también, en el mes de julio se realiza la Fiesta del Ponchi, una bebida lugareña; y en la Ciénaga la Fiesta del Yerbiao.

Gauchos Tucumanos. Detalle del grabado de Nasi.En Monteros se encuentra el tamal, una especie de pastel de harina de maíz envuelto en chalas, su origen es netamente incaico. En esta misma ciudad se lleva a cabo el Festival de la Fortaleza del Folklore, al culminar la primavera.

En el extremo sur de la provincia, La Cocha organiza la Fiesta Nacional del Tabaco. Aguilares y Tafí Viejo reviven comparsas de distintas procedencias, y en este último pueblo se hace el Festival Nacional del Limón, cuya industria fue una de las primeras de Tucumán.

En el Mollar, próximo al dique La Angostura se lleva a cabo la Fiesta de la Verdura. En Famaillá, durante septiembre, el Festival de la Empanada; muy cerca, en Río Colorado se realiza el Festival del Sauce. En Simoca, todos los sábados puede encontrarse la ya tradicional Feria, que en el mes de julio comparte un encuentro artístico con los turistas; también en esta ciudad, en octubre, se celebra el Festival Nacional del Sulky. A pocos kilómetro de allí, en Atahona, se hace el Festival del Trapiche; en Monte Agudo la Fiesta de las Artesanías. En Lules se Canta a la Patria y en Trancas, territorio vinculado a Lola Mora, se reúnen en el Festival del Caballo. En San Miguel de Tucumán tiene particular trascendencia la Fiesta Nacional de la Zamba.

Fiesta de la Pachamama

Todos los años durante tres días se congregan, en un pueblo tucumano, miles de adoradores de la Madre Tierra, esa fecunda naturaleza que hace germinar las semillas y madurar los frutos. Desde hace décadas, el evento organizado y financiado por los empeñosos vecinos del lugar atrae a una multitud de curiosos tucumanos y a muchos turistas.

Curtidos criollos, jóvenes, viejos, niños y mujeres, con el rostro endurecido por el viento y el sol, repiten la antiquísima fórmula incaica "Pachamama, cusiya, cusiya" (Madre Tierra, ayúdame, ayúdame). Esto sucede todos los años en Amaicha del Valle, allí es donde, cada mes de febrero, tiene lugar uno de los últimos rituales del folklore argentino que aun sobreviven, la Fiesta de la Pachamama.

El ambiente de la fiesta es tan rústico como el del pueblo y sus habitantes. En torno de la plaza son montadas las enramadas de hojas secas soportadas por maderas, que se denominan pascanas, especie de quioscos típicos en los que se expenden comidas regionales. Tampoco falta el vino patero, así llamado por el procedimiento de pisar "a pata" la uva sobre cueros para destilar el mosto.

La región de alta montaña provee la algarroba con que se elabora la aloja, el maíz para la chicha y los apetitosos quesillos de cabra, a los que se suman las infaltables y sabrosas empanadas.

Sombreros de ala ancha levantada, polleras de colores vivos, manos duras y callosas. Ante los azorados turistas los artesanos vallistos (de los Valles Calchaquíes) se empeñan en tejer sorprendentes tramas para ponchos, mantas y otros elementos de abrigo. Sin embargo, la Fiesta de la Pachamama es bastante más que un pretexto para buscadores de exotismo. No se parece a los festivales folklóricos, pues sus participantes carecen de nombres artísticos y no figuran jamás en ninguna cartelera. Los hombres calchaquenses son héroes anónimos del canto.

A lo largo de tres días, en el clima seco y árido de la zona, todo tiene características de carnaval. Cajas de duros parches acompañan antiguas vidalas y bagualas. Las flores y las frutas se acomodan junto a la albahaca que da aroma al aire espeso de polvaredas donde hacen lo suyo los bailarines y los niños corretean graciosamente.

La fiesta de la Pachamama tiene varias ceremonias. Algunas muy formales, como la misa de Acción de Gracias en la capilla. Otras, como los topamientos a pie o a caballo, capaces de despertar el mayor asombro: bajo arcos de sauces, hombres y mujeres se alborotan al grito de coplas y batir de cajas. Se echan almidón y papel picado, se intercambian fugazmente coronas de flores o de albahaca.

Tras un breve intercambio de saludos, el ritual del topamiento convierte a sus participantes en comadres y compadres, que deberían unirse en mutua lealtad para toda la vida.

Pachamama: SeñaladaProdigiosa, multicolor, la Fiesta de la Pachamama es motivo para la señalada o multiplico: Se acorrala una manada de cabras, se les secciona las orejas (cuyas muescas se guardan en una bolsita o "chuspa") y se coloca un vistoso zarcillo de colores a los animales mutilados. Luego se "casa" una pareja de cabras, se esparce el vino, se guarda la "chuspa" en un agujero en la tierra y los animales son liberados para que se multipliquen en el agreste cerro.

Pachamama: Señalada

Cuando surge el nombre de la mujer que ha sido elegida Pachamama (privilegio al que acceden sólo las de mayor edad), la Madre Tierra recibe los atributos y es montada en un trono de piedra cubierto con ponchos o en una carroza adornada, el aipa, tirado por un burro, siendo acompañada por el Yastay -padre de los animales-, el Pujllay -el Diablo- y la Ñusta, bella joven que representa los frutos de la tierra. Presiden entonces el desfile de carrozas alegóricas, adornadas con guirnaldas y reveladoras de la ingenua y fértil imaginación de los vallistos

Pachamama: Misachico

La algarabía prosigue tras el Misachico, la procesión que conduce una imagen religiosa hasta la iglesia para ser bendecida, entre batir de cajas y estampidos de ristras de cohetes. Al atardecer las coplas lanzan al aire el sortilegio de nuevos versos, con un tono que las acerca al grito cantado.

Pachamama: Misachico

Rica mezcla de paganismo y creencias cristianas, de tristeza y alegría, la Fiesta de la Pachamama desgrana sus tres veladas al amparo de la dura piedra de la montaña tucumana.

Pachamama: Misachico

Por pocas horas, los paisanos amaicheños de rostro adusto olvidan sus penas, miserias y angustias en la existencia que los une a la soledad y el misterio.
En la provincia se realizan también trabajos en cuero, tanto curtido como trenzado, en plata, hueso, paja y palma con las que se fabrican canastos, pantallas, cortinas, etc.

Fiesta del Queso

Tafí del Valle con su vieja tradición esta representado por los excelentes quesos de la producción lechera de estancias de la zona y de fabricación casera.

Gracias al clima adecuado, y a un exacto tiempo de estacionamiento, se logran producir exquisitos quesos criollos, duros o semiduros de un sabor particular. Si bien son comparables a los mejores quesos del mundo, su producción aún artesanal, es conservada como un patrimonio nacional.

Esta fiesta se ha convertido en el evento más importante de Tafí, se realiza anualmente en el mes de Febrero y convoca a gran cantidad de turistas y lugareños. Oportunidad también aprovechada para desarrollar otras expresiones populares propias del Valle y de su gente, como por ejemplo música, artesanías y bailes criollos, las destrezas del corral con sus enlazadores, pialadores y domadores, que le otorgan a este festejo una dimensión que ayuda a entrever la tradición de Tafí del Valle.